Hoy la resedá es la fuente de inspiración. Es la musa que engalana mis recuerdos. Su suave olor se pasea por los lugares de la memoria. En las pequeñas flores de resedá está el más agradable perfume de mi infancia.
Con la resedá atrapo los instantes. Veo las más bellas fotografías en el porche de la casa. Al amanecer “Juanita” se deleita en el rocío sanfelipeño. En el jardín está “La Niña” danzando con las mariposas. “Mamá Juana” está columpiándose parsimoniosamente en la mecedora junto a las agraciadas flores.
En la resedá revivo los afectos más sublimes de la infancia. Todas las tardes “Mamá Juana” contempla las blanquecinas flores y canta los salmos de la Biblia. En mí corazón está su tierna voz tarareando su salmo predilecto: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”.
Decir “Mamá Juana” es sentir el olor a resedá. Su don de madre y hermosa sonrisa llenan toda la casa. Su aroma materno es de flor de resedá. De su piel sale el agradable perfume. Su fragancia bendita fue derramada en los renuevos. A la resedá siempre llegamos sus hijos a retozar. Es un fraterno lugar en la casa de la infancia.
lunes, 19 de octubre de 2015
miércoles, 7 de octubre de 2015
Lisonja y lisonjeros
La palabra “lisonja” nos lleva al vocablo latino “laudis” cuyo significado es adulación. De allí se trasladó al provenzal “lausenja”, de donde fue tomada por nuestro idioma. Según el diccionario de la lengua española “lisonja” significa “alabanza afectada, para ganar la voluntad de alguien”. La lisonja es como una hermosa rosa cubierta de espinas invisibles. Su aparente belleza atrae a los ingenuos y engaña sus corazones. La alabanza y los elogios son sus vestiduras. Se monta en los mejores carros. Es recibida con honores en los grandes palacios. Se sienta en sillas de oro a la derecha del rey. Con las más finas palabras envuelve a los sabios de este mundo. La lisonja es el arma silenciosa del lisonjero para lograr sus deseos egoístas.
El lisonjero tiende redes. Embelese con suaves palabras y seductores elogios. Con astucia e hipocresía apoya al poderoso aunque éste esté equivocado. Le aplaude, aúpa y alaba lisonjeramente como aquella multitud que llevó a Herodes Agripa a creerse Dios. Con razón el sabio Salomón dijo que “…la boca lisonjera hace resbalar”. La lisonja es común en aquel que desea conseguir momentáneamente una pareja. Es usada por algunos empleados para ganar la voluntad del patrón y otros beneficios personales.
Quien es aguijoneado por la lisonja termina obedeciendo ciegamente a las pretensiones del sagaz y seductor lisonjero. El mismo Bolívar dijo, en su carta al General Petión en 1816, que “…la lisonja es un veneno mortal para las almas bajas…” La lisonja lleva a muchos a rodearse de gente zalamera, tramposa, mezquina y desleal. La lisonja hace caer fácilmente a quienes viven del culto a su personalidad y necesitan permanentemente el halago y la admiración del otro para sobrevivir.
El lisonjero tiende redes. Embelese con suaves palabras y seductores elogios. Con astucia e hipocresía apoya al poderoso aunque éste esté equivocado. Le aplaude, aúpa y alaba lisonjeramente como aquella multitud que llevó a Herodes Agripa a creerse Dios. Con razón el sabio Salomón dijo que “…la boca lisonjera hace resbalar”. La lisonja es común en aquel que desea conseguir momentáneamente una pareja. Es usada por algunos empleados para ganar la voluntad del patrón y otros beneficios personales.
Quien es aguijoneado por la lisonja termina obedeciendo ciegamente a las pretensiones del sagaz y seductor lisonjero. El mismo Bolívar dijo, en su carta al General Petión en 1816, que “…la lisonja es un veneno mortal para las almas bajas…” La lisonja lleva a muchos a rodearse de gente zalamera, tramposa, mezquina y desleal. La lisonja hace caer fácilmente a quienes viven del culto a su personalidad y necesitan permanentemente el halago y la admiración del otro para sobrevivir.
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