lunes, 19 de octubre de 2015

La resedá en la casa de la infancia

Hoy la resedá es la fuente de inspiración. Es la musa que engalana mis recuerdos. Su suave olor se pasea por los lugares de la memoria. En las pequeñas flores de resedá está el más agradable perfume de mi infancia.

Con la resedá atrapo los instantes. Veo las más bellas fotografías en el porche de la casa. Al amanecer “Juanita” se deleita en el rocío sanfelipeño. En el jardín está “La Niña” danzando con las mariposas. “Mamá Juana” está columpiándose parsimoniosamente en la mecedora junto a las agraciadas flores.

En la resedá revivo los afectos más sublimes de la infancia. Todas las tardes “Mamá Juana” contempla las blanquecinas flores y canta los salmos de la Biblia. En mí corazón está su tierna voz tarareando su salmo predilecto: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”.

Decir “Mamá Juana” es sentir el olor a resedá. Su don de madre y hermosa sonrisa llenan toda la casa. Su aroma materno es de flor de resedá. De su piel sale el agradable perfume. Su fragancia bendita fue derramada en los renuevos. A la resedá siempre llegamos sus hijos a retozar. Es un fraterno lugar en la casa de la infancia.

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