Dios es el principio, es el génesis, la razón de ser de todas las cosas existentes, visibles e invisibles a la luz del hombre. Es el verdadero sentido y esencia que rige todas las cosas, las que existen y las que aún el hombre no conoce. Este principio delinea el recorrido del galope iniciado, es el punto de partida de la carrera que se apertura aún antes de nacer, pues, antes de llegar al vientre, salieron quizás, muchos espermatozoides y quien logró entrar y unirse con el óvulo ve hoy el mundo y, su triunfo no fue por casualidad, sino por la causalidad del plan de Dios infalible y perfecto. La semilla de Dios es fructífera y abundante. El inicio lo marcó precisamente el sueño de Dios, porque Él nos soñó, nos pronunció y luego nos sembró en el vientre. De manera que, en lo que respecta a mí, sólo soy una pieza movida por Él en el tablero de la vida, ya que es mí principio de vida, es mi vida. Borges nos dijo: “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza”. ¿Quién es Dios? ¿Cómo mirar a Dios? ¿De qué tamaño es? ¿Cuál es su nombre? ¿Podemos definir a Dios? ¿Dios es igual a dios? Dios le dijo a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY”.
Esto indica que a Él no se le puede reducir a un nombre, porque ningún nombre puede describir su magnitud, tampoco limitarle a un concepto, ni medir su altura, profundidad y anchura, es decir, no se puede meter a Dios en un tubo de ensayo para medir y comprobar su autenticidad. Estamos en presencia de una verdad de Fe, producto de “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”.
La vida, sus sueños, propósitos, planes, proyectos son del tamaño de la grandeza o pequeñez que se tiene de Dios. ¿Dios es sabio? Hablando con precisión, realmente no es sabio, Él es la sabiduría. En ese sentido, vale citar, dos consejos que dio Don Quijote a Sancho antes de gobernar la ínsula:
“Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse”.
Todo lo que se es, todo cuanto se tiene, no puede estar por encima del respeto a Dios y al prójimo. Porque Dios es eterno, omnipotente, santo.
El lenguaje de Dios trasciende la frontera y las barreras que humanamente el hombre se ha empeñado en colocar, va más allá, del muro del pragmatismo, fetichismo, egoísmo y cientificismo que “grandes” sabihondos han presentado e impuesto en la sociedad... El lenguaje de Dios llama las cosas que no son como si fuesen, plantea que lo débil de Dios es más poderoso que lo fuerte del mundo. Cuando se es capaz de asumir este lenguaje se llega a la cima volando como águilas, se enarbolan dignas banderas de esperanzas, como diría el pastor norteamericano Luther King:
“Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano (...) Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza”.
El pensamiento y lenguaje de compromiso y autodeterminación marcan el inicio y la esencia misma del triunfo. Por eso, es vital revolucionar radicalmente la mentalidad enana en mentalidad gigante, para no vender la primogenitura por un plato de lentejas. Sólo bajo una concepción ética y prototípica de la vida hay aptitud para hacer lo que sugiere Galeano: “caminar con nuestros propios pies, pensar con nuestra propia cabeza y sentir con nuestro propio corazón”.
Así se alcanzará una proyección exponencial en el horizonte, donde está la utopía, la que nos hace caminar en la visión compartida con el sueño de Dios. Esto indica que nacemos con Dios y “morimos” con Dios.
viernes, 30 de julio de 2010
miércoles, 7 de julio de 2010
La Máscara: ¿una manifestación de lo oculto?
En las celebraciones de goce popular, donde se involucran los disfraces, desfiles de carrozas y comparsas, teatro cómico, fiestas bailables y otras manifestaciones similares, encontramos a la emblemática máscara, con un simbolismo hecho persona. Ella es realmente una personificación, una conexión del actor enmascarado con su propio yo, su yo verosímil e inverosímil. Su máscara es el espejo que en definitiva expresa sus maravillas y comedias, pero también sus infortunios y tragedias humanas.
Paradójicamente la máscara manifiesta lo oculto, pronuncia el lado humano de desenfrenos, de excesos y libertades.
Estamos frente a un teatro, en él actrices y actores de la vida misma, enmascarados (as) enuncian en las esquinas de las calles, en las plazas, en las universidades, en las grandes esferas del poder, en las iglesias, en el mundo político y/o politiquero, en reuniones, en asambleas, en centros comerciales, en hogares familiares, en diferentes escenarios de la existencia, por medio de sus máscaras y disfraces, sus mañas, sus ambiciones, sus egoísmos, sus vivezas criollas, para alcanzar sus objetivos y deleitarse complaciéndose a sí mismos.
Ahora bien, ¿Qué hay detrás de la máscara de “Gran” Señor (a)?
Necesario es vislumbrar ¿Qué nos dice la máscara, pero también su simbolismo y su valor en la manifestación de las grandes tragedias y comedias humanas? ¿Qué se trata de esconder detrás de cargos, títulos, poderes, vestuarios, por miedo a enfrentar la verdad en su esencia?
La vida humana se mueve en lo oculto manifiesto y en lo manifiesto oculto, en su vinculación con la Divinidad y en su naturaleza real, su mundo profano y material. Bajo esta visión es vital el equilibrio para no entrar en concupiscencias profundas que quebranten la naturaleza del ser.
La máscara, elemento característico del carnaval, en vez de esconder, deja ver aspectos del ser humano y revela las barbaridades del hombre.
La máscara tiene la capacidad de quitarse a sí misma y desnudar al enmascarado para que se pronuncie tal cual es, con sus bondades, pero también con sus miserias humanas. Saca a flote la verdad que se esconde en la superficialidad de la moda. Manifiesta que la libertad banalizada esclaviza al hombre.
Vivimos en una sociedad, donde algunos actores con responsabilidades evidentes, fragmentan la significación de la vida, se mueven según sus egoísmos, actúan bajo intereses mezquinos, cultivan el abuso del poder, trivializan las instituciones y, es por eso, que vemos blancos y hasta “rojos” resplandecientes personajes, dándose licencias para expresar conductas esclavizantes, que les convierten en prisioneros de su propia conciencia.
Pero, ¿Qué hay detrás del telón? ¿Qué hay detrás de la máscara?
¿Una manifestación de lo oculto?
Paradójicamente la máscara manifiesta lo oculto, pronuncia el lado humano de desenfrenos, de excesos y libertades.
Estamos frente a un teatro, en él actrices y actores de la vida misma, enmascarados (as) enuncian en las esquinas de las calles, en las plazas, en las universidades, en las grandes esferas del poder, en las iglesias, en el mundo político y/o politiquero, en reuniones, en asambleas, en centros comerciales, en hogares familiares, en diferentes escenarios de la existencia, por medio de sus máscaras y disfraces, sus mañas, sus ambiciones, sus egoísmos, sus vivezas criollas, para alcanzar sus objetivos y deleitarse complaciéndose a sí mismos.
Ahora bien, ¿Qué hay detrás de la máscara de “Gran” Señor (a)?
Necesario es vislumbrar ¿Qué nos dice la máscara, pero también su simbolismo y su valor en la manifestación de las grandes tragedias y comedias humanas? ¿Qué se trata de esconder detrás de cargos, títulos, poderes, vestuarios, por miedo a enfrentar la verdad en su esencia?
La vida humana se mueve en lo oculto manifiesto y en lo manifiesto oculto, en su vinculación con la Divinidad y en su naturaleza real, su mundo profano y material. Bajo esta visión es vital el equilibrio para no entrar en concupiscencias profundas que quebranten la naturaleza del ser.
La máscara, elemento característico del carnaval, en vez de esconder, deja ver aspectos del ser humano y revela las barbaridades del hombre.
La máscara tiene la capacidad de quitarse a sí misma y desnudar al enmascarado para que se pronuncie tal cual es, con sus bondades, pero también con sus miserias humanas. Saca a flote la verdad que se esconde en la superficialidad de la moda. Manifiesta que la libertad banalizada esclaviza al hombre.
Vivimos en una sociedad, donde algunos actores con responsabilidades evidentes, fragmentan la significación de la vida, se mueven según sus egoísmos, actúan bajo intereses mezquinos, cultivan el abuso del poder, trivializan las instituciones y, es por eso, que vemos blancos y hasta “rojos” resplandecientes personajes, dándose licencias para expresar conductas esclavizantes, que les convierten en prisioneros de su propia conciencia.
Pero, ¿Qué hay detrás del telón? ¿Qué hay detrás de la máscara?
¿Una manifestación de lo oculto?
domingo, 4 de julio de 2010
San Felipe, 04 de julio de 2004
Hoy, a seis años de la tragedia, está vivo en el recuerdo el momento cuando empezó a llover aquel 04 de julio de 2004, cuando los vecinos corrían hacía su casa por la calle principal de El Cerrito, para no mojarse. Eran como las cuatro de la tarde y todos corrían, media hora después empezó a bajar por la quebrada una gran cantidad de agua, barro, árboles, piedras.
Repentinamente empezó la zozobra en El Cerrito y La Mosca, pues la quebrada ya venía tumbando casas y, en consecuencia, se había generado una situación de caos, los vecinos venían bajando, todos corrían y el agua detrás, fueron minutos de terror, confusión, dolor. Quienes lograron bajar a tiempo se protegieron ingresando al hospital, pero la creciente que se llevó casas, muebles, carros, animales, siguió su cauce por la calle principal de El Cerrito, el Callejón La Mosca, la Av. Yaracuy en su parte baja y la Av. La Patria. Algunos se refugiaron en el Batallón Páez, otros iban envueltos entre el lodo y las piedras, y tres de ellos, incluyendo una menor, fallecieron por la debacle que ocasionó el desbordamiento de la Guayabal.
Todo ocurrió en tres tiempos, en tres olas de agua, lodo, piedras, la situación más fuerte la inició el primer golpe, cuando empezó a bajar una primera ola inmensa, grandísima que se llevó casi todas las casas. Seguidamente, con menor fuerza, bajó la segunda ola y finalmente la tercera, que dejó un angustioso silencio.
Estas intensas lluvias provocaron un gran dolor en El Cerrito de San Felipe, muchas familias se quedaron sin casa, sin tierra. Lo perdieron todo, contaban únicamente con la vida, con lo más valioso, lo más grande. Para algunos, fue una nueva oportunidad de vida. Otros, sólo tenían fuerza para pedir a Dios por sus vidas, por sus familias, por sus hijos.
El 05 de julio, algunos periódicos y canales de televisión presentaron sus titulares diciendo que en San Felipe había ocurrido “Un Vargas Chiquito”. Ese fue uno de los calificativos, el más impactante nombre, que recibió este acontecimiento ocurrido en El Cerrito y La Mosca.
Este acercamiento a la tragedia permite las siguientes interrogantes:
¿Cuáles eran las características originales, geológicas y topográficas de estas comunidades afectadas por el desbordamiento de la Guayabal el pasado 04 de julio de 2004?
¿Será que se invadió el cauce original de esta quebrada?
¿Existe una adecuada conciencia ambiental frente a los ríos y quebradas en nuestro estado Yaracuy?
¿Qué responsabilidad tiene el Estado en cuanto a una política de limpieza, respeto y protección de las cuencas y microcuencas?
¿Qué significado tenía la Guayabal, antes del 2004, para los Sanfelipeños?
El 06 de julio salió el sol en la mañana, ese día subí a El Cerrito, tenía mucha curiosidad, subí por la avenida Yaracuy hasta el Indio Yara, luego seguí por la avenida José Rafael Villareal y de allí subí a lo más alto de El Cerrito caminando sobre barro, piedras y escombros. No podía creer lo que estaba viendo ¿Será que alguna vez este camino fue así? Mucha gente subía a encontrarse con la realidad de la tragedia, casas tapiadas completamente, caras desesperanzadas, extrañes, dolor, muchos periodistas y cámaras de televisión, comunicacionalmente El Cerrito era el centro de la noticia nacional.
Al recordar esta tragedia, pienso en voz alta las siguientes palabras:
Las lluvias de aquel 04 de julio de 2004 se hicieron lágrimas, se hicieron ríos
Has dejado una huella en el corazón de San Felipe
Bajaste, te llevaste tres vidas y dejaste el doloroso recuerdo de la pérdida humana
Siempre será recordado el ímpetu y la expresión repentina, que mostraste, aquel domingo de julio
Sacaste sin compasión el barro, los árboles, las casas y todo lo que obstaculizaba tu cauce
Te llevaste las casas, los muebles
En un abrir y cerrar de ojos, tu silencio habló, gritó
Tu silencio fue irresistible, tu silencio torturó muchas vidas
En tus aguas están escritas las lágrimas de un pueblo
Desbordaste vidas, desbordaste almas, desbordaste sueños, desbordaste árboles
Creciste en silencio, bajaste en silencio, desbordaste en silencio.
Repentinamente empezó la zozobra en El Cerrito y La Mosca, pues la quebrada ya venía tumbando casas y, en consecuencia, se había generado una situación de caos, los vecinos venían bajando, todos corrían y el agua detrás, fueron minutos de terror, confusión, dolor. Quienes lograron bajar a tiempo se protegieron ingresando al hospital, pero la creciente que se llevó casas, muebles, carros, animales, siguió su cauce por la calle principal de El Cerrito, el Callejón La Mosca, la Av. Yaracuy en su parte baja y la Av. La Patria. Algunos se refugiaron en el Batallón Páez, otros iban envueltos entre el lodo y las piedras, y tres de ellos, incluyendo una menor, fallecieron por la debacle que ocasionó el desbordamiento de la Guayabal.
Todo ocurrió en tres tiempos, en tres olas de agua, lodo, piedras, la situación más fuerte la inició el primer golpe, cuando empezó a bajar una primera ola inmensa, grandísima que se llevó casi todas las casas. Seguidamente, con menor fuerza, bajó la segunda ola y finalmente la tercera, que dejó un angustioso silencio.
Estas intensas lluvias provocaron un gran dolor en El Cerrito de San Felipe, muchas familias se quedaron sin casa, sin tierra. Lo perdieron todo, contaban únicamente con la vida, con lo más valioso, lo más grande. Para algunos, fue una nueva oportunidad de vida. Otros, sólo tenían fuerza para pedir a Dios por sus vidas, por sus familias, por sus hijos.
El 05 de julio, algunos periódicos y canales de televisión presentaron sus titulares diciendo que en San Felipe había ocurrido “Un Vargas Chiquito”. Ese fue uno de los calificativos, el más impactante nombre, que recibió este acontecimiento ocurrido en El Cerrito y La Mosca.
Este acercamiento a la tragedia permite las siguientes interrogantes:
¿Cuáles eran las características originales, geológicas y topográficas de estas comunidades afectadas por el desbordamiento de la Guayabal el pasado 04 de julio de 2004?
¿Será que se invadió el cauce original de esta quebrada?
¿Existe una adecuada conciencia ambiental frente a los ríos y quebradas en nuestro estado Yaracuy?
¿Qué responsabilidad tiene el Estado en cuanto a una política de limpieza, respeto y protección de las cuencas y microcuencas?
¿Qué significado tenía la Guayabal, antes del 2004, para los Sanfelipeños?
El 06 de julio salió el sol en la mañana, ese día subí a El Cerrito, tenía mucha curiosidad, subí por la avenida Yaracuy hasta el Indio Yara, luego seguí por la avenida José Rafael Villareal y de allí subí a lo más alto de El Cerrito caminando sobre barro, piedras y escombros. No podía creer lo que estaba viendo ¿Será que alguna vez este camino fue así? Mucha gente subía a encontrarse con la realidad de la tragedia, casas tapiadas completamente, caras desesperanzadas, extrañes, dolor, muchos periodistas y cámaras de televisión, comunicacionalmente El Cerrito era el centro de la noticia nacional.
Al recordar esta tragedia, pienso en voz alta las siguientes palabras:
Las lluvias de aquel 04 de julio de 2004 se hicieron lágrimas, se hicieron ríos
Has dejado una huella en el corazón de San Felipe
Bajaste, te llevaste tres vidas y dejaste el doloroso recuerdo de la pérdida humana
Siempre será recordado el ímpetu y la expresión repentina, que mostraste, aquel domingo de julio
Sacaste sin compasión el barro, los árboles, las casas y todo lo que obstaculizaba tu cauce
Te llevaste las casas, los muebles
En un abrir y cerrar de ojos, tu silencio habló, gritó
Tu silencio fue irresistible, tu silencio torturó muchas vidas
En tus aguas están escritas las lágrimas de un pueblo
Desbordaste vidas, desbordaste almas, desbordaste sueños, desbordaste árboles
Creciste en silencio, bajaste en silencio, desbordaste en silencio.
El cronista y la ciudad
La vida, la historia, la humanidad, la subjetividad del pueblo se expresa desde el merecido arte del cronista, quien nos sensibiliza con el sentido originario de la identidad y la memoria de una comunidad, de una ciudad, de un país…
Mientras pienso en voz alta esas palabras, se hace presente la poesía, está llegando el poeta de Carora, está invitando a atrapar los instantes, vivir el afecto, ser fieles a la memoria e iniciar el viaje poético. Es que Luis Alberto Crespo, llegó a la clase del Diplomado Gilberto Antolínez para la formación de Cronistas del siglo XXI, que ofrece la Universidad Nacional Experimental del Yaracuy (UNEY) en sinergia con la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, manifestando que “La responsabilidad de un cronista es preservar a Venezuela (…) Venezuela está en el viejito, el artesano…” y emotivamente continuó diciendo: “necesitamos que Venezuela tenga soberanía cultural, tenga memoria”.
Y, ¿Qué tiene que ver la crónica con la poesía?
El cronista de San Antonio de Los Altos, tiene la palabra:
“Un poema es una crónica espiritual. La poesía es una crónica desde Homero hasta aquí”.
El trabajo amoroso de Antonio Trujillo abrió las puertas a la oralidad, valoró la fe en la palabra del otro, permitió que el oído escribiera y, hasta los pájaros volaron, cuando expresó: “La crónica también es para defender un país”.
Pues, el cronista fomenta el reconocimiento del patrimonio, con arraigo y trascendencia, desde las comunidades. Le incumbe concienciar la identidad del pueblo desde sus valores culturales, porque el cronista, en voz de Wilfredo Bolívar, “es una especie de conciencia de la ciudad, un defensor del patrimonio”.
Por eso, ser cronista es comprometerse con íntegra devoción con la memoria de la ciudad y hacer, desde la palabra, que la comunidad viva el sentido y el valor cultural de su voz.
En este sentido, el maestro Freddy Castillo Castellanos ilustra:
“Así como el pincel de los pintores, la pluma del cronista puede salvar un lugar, una pequeña o gran parcela del olvido.”
Y, sigue diciendo: “Los cronistas tienen el reto de atender una mirada para salvar la memoria de sus lugares”
He allí el valor del cronista en la preservación de la comunidad, tal como lo concibió Arístides Medina Rubio al expresar que “el cronista es el preservador de la memoria y del patrimonio de su localidad”
El noble oficio del cronista nos conecta con el contexto original desde la cotidianidad y expresa el imaginario social, la vida, en su sentido más intrínseco, mostrando con pasión y espontaneidad los valores originarios de la sociedad. Para el cronista del municipio Carirubana estado Falcón, Guillermo de León Calles, los cronistas son “notarios de la cotidianidad”.
Que hable la cotidianidad. Que hablen los ríos, las piedras, los arboles. Que canten los pájaros, los mares, la lluvia. Que hablen las casas, las plazas, las calles. Que hable la madre tierra. Que hable la gente del pueblo.
El patrimonio cultural es el alma de las comunidades, es la esencia de la diversidad cultural. En él nos reconocemos como parte de una memoria histórica y, en consecuencia, parte de una sociedad.
El valor de Domingo Aponte Barrios, nuestro cronista de San Felipe, se evidenció en sus diligentes palabras: “El cronista va a ser el guía, el orientador de la ciudad”.
Ésta función del cronista debe estar respaldada por las instituciones competentes en materia patrimonial y, por supuesto, debe existir una política de estado coherente, que integré los distintos proyectos dirigidos a la comprensión de la ciudad.
Finalmente, es pertinente reflexionar que el cronista está llamado a:
Avivar, con su oficio, la esencia cultural que mueve a su pueblo. Conservar, con su sensibilidad, la vida patrimonial de la ciudad. Estimular, desde la palabra, la importancia de reconocer, recordar y recrear los valores ancestrales e históricos del pueblo. Provocar, con su búsqueda, la necesidad social de identificar, valorar y preservar la memoria cultural de la comunidad. Valorar la voz del pueblo, porque como dijera Enrique Bernardo Núñez “El pueblo mismo es el cronista por excelencia”.
Mientras pienso en voz alta esas palabras, se hace presente la poesía, está llegando el poeta de Carora, está invitando a atrapar los instantes, vivir el afecto, ser fieles a la memoria e iniciar el viaje poético. Es que Luis Alberto Crespo, llegó a la clase del Diplomado Gilberto Antolínez para la formación de Cronistas del siglo XXI, que ofrece la Universidad Nacional Experimental del Yaracuy (UNEY) en sinergia con la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, manifestando que “La responsabilidad de un cronista es preservar a Venezuela (…) Venezuela está en el viejito, el artesano…” y emotivamente continuó diciendo: “necesitamos que Venezuela tenga soberanía cultural, tenga memoria”.
Y, ¿Qué tiene que ver la crónica con la poesía?
El cronista de San Antonio de Los Altos, tiene la palabra:
“Un poema es una crónica espiritual. La poesía es una crónica desde Homero hasta aquí”.
El trabajo amoroso de Antonio Trujillo abrió las puertas a la oralidad, valoró la fe en la palabra del otro, permitió que el oído escribiera y, hasta los pájaros volaron, cuando expresó: “La crónica también es para defender un país”.
Pues, el cronista fomenta el reconocimiento del patrimonio, con arraigo y trascendencia, desde las comunidades. Le incumbe concienciar la identidad del pueblo desde sus valores culturales, porque el cronista, en voz de Wilfredo Bolívar, “es una especie de conciencia de la ciudad, un defensor del patrimonio”.
Por eso, ser cronista es comprometerse con íntegra devoción con la memoria de la ciudad y hacer, desde la palabra, que la comunidad viva el sentido y el valor cultural de su voz.
En este sentido, el maestro Freddy Castillo Castellanos ilustra:
“Así como el pincel de los pintores, la pluma del cronista puede salvar un lugar, una pequeña o gran parcela del olvido.”
Y, sigue diciendo: “Los cronistas tienen el reto de atender una mirada para salvar la memoria de sus lugares”
He allí el valor del cronista en la preservación de la comunidad, tal como lo concibió Arístides Medina Rubio al expresar que “el cronista es el preservador de la memoria y del patrimonio de su localidad”
El noble oficio del cronista nos conecta con el contexto original desde la cotidianidad y expresa el imaginario social, la vida, en su sentido más intrínseco, mostrando con pasión y espontaneidad los valores originarios de la sociedad. Para el cronista del municipio Carirubana estado Falcón, Guillermo de León Calles, los cronistas son “notarios de la cotidianidad”.
Que hable la cotidianidad. Que hablen los ríos, las piedras, los arboles. Que canten los pájaros, los mares, la lluvia. Que hablen las casas, las plazas, las calles. Que hable la madre tierra. Que hable la gente del pueblo.
El patrimonio cultural es el alma de las comunidades, es la esencia de la diversidad cultural. En él nos reconocemos como parte de una memoria histórica y, en consecuencia, parte de una sociedad.
El valor de Domingo Aponte Barrios, nuestro cronista de San Felipe, se evidenció en sus diligentes palabras: “El cronista va a ser el guía, el orientador de la ciudad”.
Ésta función del cronista debe estar respaldada por las instituciones competentes en materia patrimonial y, por supuesto, debe existir una política de estado coherente, que integré los distintos proyectos dirigidos a la comprensión de la ciudad.
Finalmente, es pertinente reflexionar que el cronista está llamado a:
Avivar, con su oficio, la esencia cultural que mueve a su pueblo. Conservar, con su sensibilidad, la vida patrimonial de la ciudad. Estimular, desde la palabra, la importancia de reconocer, recordar y recrear los valores ancestrales e históricos del pueblo. Provocar, con su búsqueda, la necesidad social de identificar, valorar y preservar la memoria cultural de la comunidad. Valorar la voz del pueblo, porque como dijera Enrique Bernardo Núñez “El pueblo mismo es el cronista por excelencia”.
Fútbol, pasión e identidad
Sudáfrica da la bienvenida a la pasión futbolística mundial. Su fútbol, su diversidad de culturas, sus lenguas y creencias religiosas dan apertura a esta celebración universal.
El fútbol conquista, aviva sentimientos y provoca grandes pasiones. Es una actividad cultural, donde los pueblos expresan su identidad.
Sin duda alguna, la identidad de los pueblos se hace presente en cada juego, expresándose no sólo en el uniforme, sino también en las técnicas, en la fiesta y en la alegría del gol, porque como dijo Galeano: “El fútbol y la patria están siempre atados...”
El valor integral del fútbol vive en la cultura de los pueblos.
Por eso, mientras en el campo se está desarrollando una competencia física, en las tribunas hay dramáticas y angustiosas luchas. El deseo de triunfo de los equipos protagonistas se refleja en la sociedad entera, a tal punto, que los fanáticos sueñan, ríen, cantan, lloran, gritan desde sus intimidades con el fútbol.
Evidentemente, la fanaticada forma parte del acontecer deportivo, pues brinda a los jugadores confianza y aumenta sus potencialidades emotivas y espirituales, para un mejor desenvolvimiento antes, durante y después de cada encuentro futbolístico.
¿Es acertado Juan Villoro cuando dice que el fútbol es la pasión mejor organizada en el planeta tierra?
Un gol es un gol en todo el mundo y no dejará de serlo, pero dependiendo de la tradición e identificación cultural de los diferentes equipos y fanáticos que en este evento se congregan, tiene diversas connotaciones, es celebrado de manera distinta y posee repercusiones emotivas disímiles.
De allí la reflexión deporte-sociedad desde la dinámica del fútbol. Es sencillo asociar las luchas de los jugadores en el campo de juego y las de los espectadores en las tribunas del estadio en busca del triunfo con los desafíos, pugnas y duelos que visualizamos en la vida humana, ya que generalmente ambas situaciones están cargadas de pasión y por ende, de desenfreno emocional, antipatías profundas, dolor, ira, rechazos y/o simpatía hacia las demás personas.
Es pertinente recordar en esta reflexión el día que lloró un país, cuando se manifestó una mezcla de sentimientos en el campo de juego, en las tribunas, que desencadenó en llanto, impotencia, dolor, no sólo en los protagonistas de este drama futbolístico, sino también en toda la sociedad Brasileña.
Benedetti lo dijo: “Desde la tribuna es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama particular de cada vencido”.
Esa final de la copa del mundo de 1950, cuando Uruguay le ganó a Brasil en el Maracaná, marcó un hecho imborrable en el fútbol mundial.
Por medio del fútbol, Uruguay ha alcanzado una significación notable en el mundo, siendo un país pequeño en el mapa, se convirtió en una referencia importante del fútbol mundial.
También, cabe señalar la situación que vivió la selección de Argentina en el pasado mundial Corea-Japón 2002, cuando la tristeza, el dolor, la decepción, tomaron posesión del equipo Argentino, de sus seguidores en Argentina y en todo el mundo, viviendo con impotencia la derrota crucial que les sacó del evento mundial.
Evidentemente, en ambos casos, se vivió una pasión desbordada.
Asimismo, en la pasada Eurocopa 2008 se expresó la identidad del fútbol Europeo. España y el mundo estaban atentos en distintos escenarios sociales- estadios, plazas, restaurantes, hogares- de la realidad futbolística de Europa.
En esa fiesta vimos brillar a España, equipo que no brillaba desde que le ganó a la URSS en el Santiago Bernabéu (Madrid) en 1964. España tuvo que esperar 44 años para ganar nuevamente la Eurocopa.
Partiendo de esa realidad es válido preguntarse:
¿Qué representaba el fútbol para España en esos 44 años?, ¿Qué representa el fútbol para España hoy en día?, ¿Qué significado social tiene en España el título de Campeones de la Eurocopa 2008?, ¿Ayudará ese triunfo a España en el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010?
Al hablar de fútbol, no se puede olvidar el valor del trabajo en equipo, porque en el fútbol, como en la vida, se gana cuando se piensa y se actúa en equipo.
En este sentido, Vladimir Dimitrijević es inspirador. Él dibuja la esencia de lo que significa ser un equipo:
“Los grandes equipos (...) son equipos de amigos, de amigos de infancia, de niños de una época, de un grupo social o de una nación. La amistad y la infancia juegan un gran papel. El equipo es un sueño, es una fe. El equipo es como la tripulación de un avión de combate: cada uno debe cumplir su tarea para la supervivencia de todos, para marcar goles evitando recibirlos”.
Finalmente, debo resaltar que lo significativo del fútbol está en el triunfo de la dignidad humana sobre la miseria, de la integridad humana sobre las aspiraciones egoístas, de la integración social sobre la división, de la ética sobre la obscenidad, de la libertad sobre la esclavitud.
El fútbol conquista, aviva sentimientos y provoca grandes pasiones. Es una actividad cultural, donde los pueblos expresan su identidad.
Sin duda alguna, la identidad de los pueblos se hace presente en cada juego, expresándose no sólo en el uniforme, sino también en las técnicas, en la fiesta y en la alegría del gol, porque como dijo Galeano: “El fútbol y la patria están siempre atados...”
El valor integral del fútbol vive en la cultura de los pueblos.
Por eso, mientras en el campo se está desarrollando una competencia física, en las tribunas hay dramáticas y angustiosas luchas. El deseo de triunfo de los equipos protagonistas se refleja en la sociedad entera, a tal punto, que los fanáticos sueñan, ríen, cantan, lloran, gritan desde sus intimidades con el fútbol.
Evidentemente, la fanaticada forma parte del acontecer deportivo, pues brinda a los jugadores confianza y aumenta sus potencialidades emotivas y espirituales, para un mejor desenvolvimiento antes, durante y después de cada encuentro futbolístico.
¿Es acertado Juan Villoro cuando dice que el fútbol es la pasión mejor organizada en el planeta tierra?
Un gol es un gol en todo el mundo y no dejará de serlo, pero dependiendo de la tradición e identificación cultural de los diferentes equipos y fanáticos que en este evento se congregan, tiene diversas connotaciones, es celebrado de manera distinta y posee repercusiones emotivas disímiles.
De allí la reflexión deporte-sociedad desde la dinámica del fútbol. Es sencillo asociar las luchas de los jugadores en el campo de juego y las de los espectadores en las tribunas del estadio en busca del triunfo con los desafíos, pugnas y duelos que visualizamos en la vida humana, ya que generalmente ambas situaciones están cargadas de pasión y por ende, de desenfreno emocional, antipatías profundas, dolor, ira, rechazos y/o simpatía hacia las demás personas.
Es pertinente recordar en esta reflexión el día que lloró un país, cuando se manifestó una mezcla de sentimientos en el campo de juego, en las tribunas, que desencadenó en llanto, impotencia, dolor, no sólo en los protagonistas de este drama futbolístico, sino también en toda la sociedad Brasileña.
Benedetti lo dijo: “Desde la tribuna es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama particular de cada vencido”.
Esa final de la copa del mundo de 1950, cuando Uruguay le ganó a Brasil en el Maracaná, marcó un hecho imborrable en el fútbol mundial.
Por medio del fútbol, Uruguay ha alcanzado una significación notable en el mundo, siendo un país pequeño en el mapa, se convirtió en una referencia importante del fútbol mundial.
También, cabe señalar la situación que vivió la selección de Argentina en el pasado mundial Corea-Japón 2002, cuando la tristeza, el dolor, la decepción, tomaron posesión del equipo Argentino, de sus seguidores en Argentina y en todo el mundo, viviendo con impotencia la derrota crucial que les sacó del evento mundial.
Evidentemente, en ambos casos, se vivió una pasión desbordada.
Asimismo, en la pasada Eurocopa 2008 se expresó la identidad del fútbol Europeo. España y el mundo estaban atentos en distintos escenarios sociales- estadios, plazas, restaurantes, hogares- de la realidad futbolística de Europa.
En esa fiesta vimos brillar a España, equipo que no brillaba desde que le ganó a la URSS en el Santiago Bernabéu (Madrid) en 1964. España tuvo que esperar 44 años para ganar nuevamente la Eurocopa.
Partiendo de esa realidad es válido preguntarse:
¿Qué representaba el fútbol para España en esos 44 años?, ¿Qué representa el fútbol para España hoy en día?, ¿Qué significado social tiene en España el título de Campeones de la Eurocopa 2008?, ¿Ayudará ese triunfo a España en el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010?
Al hablar de fútbol, no se puede olvidar el valor del trabajo en equipo, porque en el fútbol, como en la vida, se gana cuando se piensa y se actúa en equipo.
En este sentido, Vladimir Dimitrijević es inspirador. Él dibuja la esencia de lo que significa ser un equipo:
“Los grandes equipos (...) son equipos de amigos, de amigos de infancia, de niños de una época, de un grupo social o de una nación. La amistad y la infancia juegan un gran papel. El equipo es un sueño, es una fe. El equipo es como la tripulación de un avión de combate: cada uno debe cumplir su tarea para la supervivencia de todos, para marcar goles evitando recibirlos”.
Finalmente, debo resaltar que lo significativo del fútbol está en el triunfo de la dignidad humana sobre la miseria, de la integridad humana sobre las aspiraciones egoístas, de la integración social sobre la división, de la ética sobre la obscenidad, de la libertad sobre la esclavitud.
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