domingo, 4 de julio de 2010

Fútbol, pasión e identidad

Sudáfrica da la bienvenida a la pasión futbolística mundial. Su fútbol, su diversidad de culturas, sus lenguas y creencias religiosas dan apertura a esta celebración universal.

El fútbol conquista, aviva sentimientos y provoca grandes pasiones. Es una actividad cultural, donde los pueblos expresan su identidad.

Sin duda alguna, la identidad de los pueblos se hace presente en cada juego, expresándose no sólo en el uniforme, sino también en las técnicas, en la fiesta y en la alegría del gol, porque como dijo Galeano: “El fútbol y la patria están siempre atados...”

El valor integral del fútbol vive en la cultura de los pueblos.

Por eso, mientras en el campo se está desarrollando una competencia física, en las tribunas hay dramáticas y angustiosas luchas. El deseo de triunfo de los equipos protagonistas se refleja en la sociedad entera, a tal punto, que los fanáticos sueñan, ríen, cantan, lloran, gritan desde sus intimidades con el fútbol.

Evidentemente, la fanaticada forma parte del acontecer deportivo, pues brinda a los jugadores confianza y aumenta sus potencialidades emotivas y espirituales, para un mejor desenvolvimiento antes, durante y después de cada encuentro futbolístico.

¿Es acertado Juan Villoro cuando dice que el fútbol es la pasión mejor organizada en el planeta tierra?

Un gol es un gol en todo el mundo y no dejará de serlo, pero dependiendo de la tradición e identificación cultural de los diferentes equipos y fanáticos que en este evento se congregan, tiene diversas connotaciones, es celebrado de manera distinta y posee repercusiones emotivas disímiles.

De allí la reflexión deporte-sociedad desde la dinámica del fútbol. Es sencillo asociar las luchas de los jugadores en el campo de juego y las de los espectadores en las tribunas del estadio en busca del triunfo con los desafíos, pugnas y duelos que visualizamos en la vida humana, ya que generalmente ambas situaciones están cargadas de pasión y por ende, de desenfreno emocional, antipatías profundas, dolor, ira, rechazos y/o simpatía hacia las demás personas.

Es pertinente recordar en esta reflexión el día que lloró un país, cuando se manifestó una mezcla de sentimientos en el campo de juego, en las tribunas, que desencadenó en llanto, impotencia, dolor, no sólo en los protagonistas de este drama futbolístico, sino también en toda la sociedad Brasileña.

Benedetti lo dijo: “Desde la tribuna es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama particular de cada vencido”.

Esa final de la copa del mundo de 1950, cuando Uruguay le ganó a Brasil en el Maracaná, marcó un hecho imborrable en el fútbol mundial.

Por medio del fútbol, Uruguay ha alcanzado una significación notable en el mundo, siendo un país pequeño en el mapa, se convirtió en una referencia importante del fútbol mundial.

También, cabe señalar la situación que vivió la selección de Argentina en el pasado mundial Corea-Japón 2002, cuando la tristeza, el dolor, la decepción, tomaron posesión del equipo Argentino, de sus seguidores en Argentina y en todo el mundo, viviendo con impotencia la derrota crucial que les sacó del evento mundial.

Evidentemente, en ambos casos, se vivió una pasión desbordada.

Asimismo, en la pasada Eurocopa 2008 se expresó la identidad del fútbol Europeo. España y el mundo estaban atentos en distintos escenarios sociales- estadios, plazas, restaurantes, hogares- de la realidad futbolística de Europa.

En esa fiesta vimos brillar a España, equipo que no brillaba desde que le ganó a la URSS en el Santiago Bernabéu (Madrid) en 1964. España tuvo que esperar 44 años para ganar nuevamente la Eurocopa.

Partiendo de esa realidad es válido preguntarse:

¿Qué representaba el fútbol para España en esos 44 años?, ¿Qué representa el fútbol para España hoy en día?, ¿Qué significado social tiene en España el título de Campeones de la Eurocopa 2008?, ¿Ayudará ese triunfo a España en el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010?

Al hablar de fútbol, no se puede olvidar el valor del trabajo en equipo, porque en el fútbol, como en la vida, se gana cuando se piensa y se actúa en equipo.

En este sentido, Vladimir Dimitrijević es inspirador. Él dibuja la esencia de lo que significa ser un equipo:

“Los grandes equipos (...) son equipos de amigos, de amigos de infancia, de niños de una época, de un grupo social o de una nación. La amistad y la infancia juegan un gran papel. El equipo es un sueño, es una fe. El equipo es como la tripulación de un avión de combate: cada uno debe cumplir su tarea para la supervivencia de todos, para marcar goles evitando recibirlos”.

Finalmente, debo resaltar que lo significativo del fútbol está en el triunfo de la dignidad humana sobre la miseria, de la integridad humana sobre las aspiraciones egoístas, de la integración social sobre la división, de la ética sobre la obscenidad, de la libertad sobre la esclavitud.

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